Entre el renacimiento y el barroco, el manierismo.

Entre el renacimiento y el barroco, el manierismo.
Il Bronzino es uno de los artistas que mejor han retratado la esencia del manierismo, en la corte de Cosimo I di Medici, en la Florencia del siglo XVI. Con el cuadro "Triunfo de Venus" no sólo avanza el estilo barroco, también define cinco siglos después, la estética de los textos que se pueden leer a continuación. Es una fuente de inspiración y alude a una vinculación de por vida con la ciudad más bella del mundo. Firenze.

domingo, 8 de enero de 2012

Santa Bárbara bendita


La escuálida vela tiritaba de frío atormentada por la incerteza de que en una ráfaga de ese viento tormentoso que enloquecía el pueblo, apagara su llama alargada.

La cogió del cajón  de la mesilla del cuarto de matrimonio, situada en el lado donde dormía su difunto marido. Digo dormía, porque en casa todos sabían que murió allí, y vive allí, en ese hueco que dejó insustituible e imperecedero.  Noche si, noche también, alguna de sus hijas o sobrinas llenaban con risas y parloteos, comidillas, peleas, o dolores de algún mal físico, el hueco donde vivía el alma del difunto.
Entre el vendaval y el aguacero, un relámpago furioso refulgía, sucedido del rugido del cielo. De pequeñas, su madre les había enseñado a respetar las tormentas como el enfado de Dios, y les prohibía cualquier tipo de jácara, cántico o risa. Mientras duraba la tormenta el silencio solo podía ser roto por los gritos del mismísimo Dios, si no se hacia así, era como interrumpir una reprimenda de tus progenitores, insultándolos, era un sacrilegio, una blasfemia. Pero ellas continuaban sus juegos infantiles, mientras todos reían interiormente conmovidos por esa inocencia ante la vida.
La viuda preguntó si querían que encendiese la delgada vela. Todas gritaban: “Si, si y rezaremos, Santa Bárbara Bendita que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita, los moros llevan la piedra, los cristianos la cruz. Pater nostrem amén Jesús.” Ella había dejado de creer en Dios hacia mucho tiempo, pero en este caso la naturaleza atemorizaba a la razón científica y la exhortaba a cumplir el ritual, pero sobre todo la animaban a cumplirlo las niñas.
La velita chisporroteaba. La corriente movía los pensamientos, y todas en silencio, esperaban el final como quien espera la muerte. La superstición se convirtió en milagro y nada más encenderla el rayo y el trueno cesaron dejando todo el trabajo perturbador al sonido de la lluvia chocando contra suelo, techos, toldos, y charcos. Se miraron instintivamente y sonrieron aliviadas.
A veces consideramos que hemos perdido la fe en las cosas y de repente un detalle, nos hace portadores de esperanzas encumbrando un objeto, un recuerdo, para encomendarnos a él, para sentir la magia de una energía que no sabemos si existe, pero por si acaso lo mantenemos ahí, al lado. En el lado todavía caliente de la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario